29.9.05

40._ Reivindicaciones y compasión

Así entendemos, pues, las palabras de Jesús: "Bienaventurados los pobres, los que lloran, los hambrientos", en referencia a todos los hombres, no a una clase desfavorecida.
Es verdad que hay razón de sobra para las reivindicaciones exigidas por los marginados, son justificadísimos los resentimientos y las rebeliones de los oprimidos y empobrecidos en nuestra sociedad a lo largo de la historia; es evidente que no puede equipararse a las víctimas con sus verdugos; y absolutamente equivocado sería pretender conformar a los oprimidos con la salvación futura para no hacerles justicia ahora.
Pero estamos aquí frente a dos perspectivas, dos escalas, diferentes. Esos criterios de liberación, esas luchas reivindicativas, forman parte de la ética humanista natural, la que nace del espíritu de Dios inmanente en la humanidad, la que colabora a impulsar el proceso cósmico hacia Dios haciéndose propósito humano de justicia; pero no es la ética específica de la Redención, pues ésta no atiende a realidades históricas, temporales, sino al secreto interior de cada persona, para ofrecerle compasivamente, "de tú a tú", con el amor de que sólo Dios es capaz, la ocasión del arrepentimiento y la indulgencia, la oportunidad de volver a nacer para lo bueno de sí mismo.

Quien se ufana de unas riquezas --materiales o no-- que son realmente pequeñísimas, absolutamente despreciables a unos ojos sabios y objetivos –a los ojos de Dios--, es ciertamente muy pobre, pero no tiene conciencia de ello y en esto reside su mayor pobreza: una pobreza "interior". Jesús llama a reconocer esta pobreza, a ser un pobre "de espíritu" --es decir consciente--, a poner el corazón en otras riquezas a las que "no corroa la polilla", a convertirse a la verdadera sabiduría para ganar un tesoro imperecedero.
En esta transformación hemos de encontrar la bienaventuranza; en pasar de pobre interior a rico interior, de pecador a santo, de hedonista a prudente, de injusto a justo, de cruel a compasivo. Hemos de cambiar nuestros estrechos criterios y perspectivas por los de Dios.